Lisandro Almirón destaca el mal servicio de la DPEC y sus altísimas tarifas
Cortes de luz constantes, facturas impagables y un servicio cada vez peor. Así es el día a día de miles de correntinos que dependen de la Dirección Provincial de Energía de Corrientes (DPEC), un organismo que parece haber perdido el control de la situación.
Un problema que sufrimos a diario todos los correntinos es la incapacidad de la DPEC de proveer un buen servicio a pesar del abusivo costo que traen sus facturas.
— Lisandro Almirón (@lisandroalm) March 8, 2025
Nadie se hace cargo y nadie "puede hacer nada" respecto a las perdidas que nos ocasionan hace años con los cortes. pic.twitter.com/g1byMqachn
Esta vez, el reclamo cobró mayor relevancia gracias al diputado nacional Lisandro Almirón, quien expresó en redes sociales su indignación ante la crisis energética que afecta a la provincia. En un contundente mensaje en su cuenta de X, denunció: “Un problema que sufrimos a diario todos los correntinos es la incapacidad de la DPEC de proveer un buen servicio a pesar del abusivo costo que traen sus facturas. Nadie se hace cargo y nadie ‘puede hacer nada’ respecto a las pérdidas que nos ocasionan hace años con los cortes”.
Su declaración puso en evidencia el hartazgo generalizado de una población que ya no sabe a quién recurrir para exigir soluciones. La falta de inversión en infraestructura eléctrica, el colapso del sistema y la ausencia de respuestas concretas han convertido a la energía en un problema estructural con serias consecuencias económicas y sociales.
Un sistema al borde del colapso
Desde la propia DPEC reconocen que el sistema eléctrico de la provincia está al límite. Su presidente, Alfredo Aun, admitió que la falta de inversiones durante las últimas dos décadas ha contribuido a la degradación del servicio, dejando a Corrientes en una situación crítica.
La demanda de energía crece, pero la infraestructura sigue siendo la misma de hace años. Mientras tanto, los usuarios deben conformarse con pagar facturas elevadas por un servicio que no garantiza estabilidad ni previsibilidad.
La combinación de una infraestructura obsoleta, un mantenimiento deficiente y un consumo en aumento ha llevado a una crisis energética que se repite cada verano y cada invierno, cuando la demanda alcanza picos insostenibles.
La electricidad, un problema político y económico
El problema de la DPEC no es solo técnico, sino también político y económico. La energía es un factor clave para el desarrollo de cualquier región, y cuando falla, toda la economía se ve afectada.
Los cortes de luz representan pérdidas millonarias para comercios, industrias y pequeñas empresas. Los empresarios deben invertir en generadores o resignarse a ver cómo su producción se frena cada vez que la DPEC colapsa. En el sector gastronómico, por ejemplo, los apagones inesperados significan la pérdida de mercadería y clientes. En la industria, los parates imprevistos dañan maquinarias y retrasan entregas.
Por otro lado, el impacto en los hogares también es significativo. Facturas que superan los ingresos de muchas familias, electrodomésticos dañados por los bajones de tensión y la incertidumbre de no saber cuándo se restablecerá el servicio generan un malestar constante entre los ciudadanos.
¿Por qué nadie hace nada?
La gran pregunta es por qué, a pesar de las constantes quejas, la situación sigue sin resolverse. La respuesta parece estar en la falta de voluntad política para abordar el problema de raíz.
La DPEC opera como un monopolio estatal, sin competencia ni incentivos reales para mejorar. No hay sanciones efectivas por los cortes de luz, ni un plan de modernización serio que garantice que los problemas no se repitan año tras año.
¿Qué se puede hacer?
Lisandro Almirón, al poner en agenda el problema de la DPEC, ha dado un paso importante para que la discusión salga del ámbito técnico y se convierta en una cuestión política y económica de urgencia.
Sin embargo, la solución no es simple. Para que la energía en Corrientes deje de ser un problema crónico, es necesario un cambio profundo en la gestión del servicio. Esto implica inversiones millonarias en infraestructura, un plan serio de mantenimiento, y quizás, una reestructuración de la DPEC que la obligue a operar con estándares de eficiencia y calidad mucho más altos.
Lo cierto es que, mientras el gobierno provincial decide qué hacer, los correntinos siguen sufriendo cortes, pagando facturas impagables y viendo cómo su calidad de vida se deteriora por un servicio que no está a la altura de las necesidades de la provincia.
La luz sigue yéndose en Corrientes… y la paciencia de la gente también.